Fotografía aérea a la isla de Grenada

Siendo comandante general de la Aviación entre 1980-1982, el presidente Luis Herrera Campins activó el Consejo de Seguridad Nacional para que desde su seno mantener el seguimiento de las construcciones militares de cualquier índole realizadas en la vecina isla de Grenada.

Tal grupo lo conformaban los ministros de Relaciones Exteriores, Interiores, Defensa, los cuatro comandantes de fuerzas, el gobernador del Distrito Federal y algunos especialistas en análisis político, entre otros.

La preocupación la originaba que el gobierno electo en Grenada era de tendencia izquierdista, asociado al cubano, por lo cual los servicios de inteligencia civil y militar venezolanos estimaban que las construcciones que se adelantaban en la antigua posesión británica independizada, podrían determinar la creación de una moderna base militar muy vecina a nuestro país, utilizada con propósitos inconvenientes a nuestra seguridad nacional y continental.

El Presidente aclaró que era su iniciativa en continuar con tal seguimiento. Que nadie supusiera la presión norteamericana y que lo motivaba era la cercanía de Grenada y Venezuela.

Se programaron reuniones cada quince días para que los representantes, informados por sus respectivos sistemas de inteligencia, participaran en las conversaciones del Consejo de Seguridad Nacional.

En uno de los encuentros quincenales se anunció la aparente construcción de una base naval para submarinos. También de una moderna pista de diez mil pies (10.000) de longitud, torres para instalar radares, sistemas antiaéreos y de comunicaciones. Durante otra reunión. El Presidente me preguntó el por qué en las cuatro reuniones que habíamos celebrado no comenté sobre ninguna de las informaciones, en especial las relativas a los asuntos aeronáuticos. Le respondí que carecía de reportajes confiables porque nuestro sistema de inteligencia no estaba capacitado físicamente para determinar qué sucedía en la isla.

Reuniones de coordinación entre oficiales superiores de las diferentes fuerzas eran práctica corriente para planificar acciones o evaluar resultados.

Cuando salimos de la reunión celebrada en Miraflores, converse con el Ministro de la Defensa mi propósito, y directo me dirigí al Grupo Aéreo de Transporte No.5, en la base aérea Miranda (La Carlota), abordé un avión FAV y me dirigí a la base aérea de Barcelona, sede de los aviones Canberra, Grupo Aéreo de Bombardeo No.13 (B-13); y en privado me reuní con el comandante de esa base y el comandante de la Unidad de Vuelo, con la finalidad de planificar que el fin de semana se efectuara un vuelo de fotografía aérea angular, empleando uno de los dos aviones Canberra de reconocimiento que poseía aquella unidad.

Entre los tres planificamos la misión. Acordamos que para el cumplimiento de la misión diseñada para tomar fotografías oblicuas a gran altura, cumpliríamos con las siguientes consideraciones: el avión Canberra seleccionado sería debidamente identificable por radio y visualmente, se solicitaría un plan de vuelo a ser desarrollado a gran altura (más de 25.000 pies) sobre el mar Caribe.

Mantendría contacto radial con las estaciones de control de vuelo existentes en toda el área caribeña y, sobre todo, participaría a la torre de control de Grenada su sobrevuelo en altura de la isla como parte de un vuelo de entrenamiento.

Una vez completada la operación, le participé al ministro de la Defensa, general Tomás Abreu Rascanieri, el resultado de la misión fotográfica con detalles de la ejecución. Destacamos que el vuelo se realizó cumpliendo con las regulaciones establecidas, en contacto con las estaciones regionales de control del espacio aéreo. El avión regresó sin novedad y el laboratorio fotográfico elaboró el mapa con su respectivo informe que advirtió que sólo trabajaban en el alargamiento de la pista y mejoras a las instalaciones del aeropuerto. Tal alargamiento era necesario para recibir aviones comerciales con más de cien pasajeros.

Realicé una explicación privada al Presidente con el referido mapa fotográfico y su respectivo informe ante lo cual decidió suspender las reuniones no habiendo nada oculto o para preocuparse. Por cierto, cuando nos despedíamos me pregunto: “¿Por qué no me participó que iba hacer eso?”. A lo que respondí: “Le informé al Ministro de la Defensa, pero si a usted le pedíamos permiso, nos iba a decir que no… Además, fue un vuelo lícito, autorizado por los controles aeronáuticos de la zona porque cumplimos con todos los requisitos para un vuelo en alta mar y gran altura… No fue clandestina la misión, y además, beneficiosa para una buena imagen política sobre la Isla”.

La operación resultó eficiente porque el comandante de la base aérea, el comandante del Grupo 13, el personal de tierra y la tripulación del avión Canberra, aplicaron los conocimientos durante la planificación y ejecución de la fotografía, diagonal para no sobrevolar a la vertical sobre la Isla.

Por: general de división Maximiliano Hernández Vásquez

Este articulo forma parte del Capítulo III del libro escrito por el autor: Búsqueda del verdadero horizonte militar. Relatos sobre las Fuerzas Armadas Venezolanas. Caracas: Rivero Blanco Editores. 2018. Disponible en Amazon.

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